jueves, agosto 16, 2012

Camisa usada


Los recuerdos encapsulados
toman mi memoria con partículas.

Partículas de ti.

Te he robado posibilidades en sueños.

Yo me quedé en el tercer mundo.
Muriendo en cada esquina.

Sin embargo, cuando te veo sencilla,
en una mirada sincera que me ve
transparente, pienso en los momentos
tirarnos al sol del volcán.
Que te atrapa con un frío.
Que une dos cuerpos calientes,
abrazados entre las nubes.

Te toco la cara como si fueras del barrio.

Esta camisa de cerveza,
de dos noches de ti,
está encuadra en la noche.

La luz refleta tu cara en mi espejo.
Me acompañas todas las mañanas.

La camisa usada en lo único que tengo de ti.
Pero me debes millones de besos.
Días de 48 horas para cumplir la cuota.

Vete volando a tu sangre, a tu sistema.

Dejame acá escribiendo en dolores.

Estaré juntando monedas para verte.

domingo, agosto 05, 2012

Recuerdo de un beso


La lenguas se saludan con las puntas extendidas.
Sintiendo el alma derretirse en carnes opuestas,
cuerpos que se tocan y escuchan los sonidos
de aguas turbias, aguas que se entrelazan.

Veo tu olor en mis sentidos,
veo tu cuerpo de mujer enfrentado
a las ganas profundas de saborearte.

Estas deliciosa, sabes a peligro inminente.
Te tengo ganas de conocerte bajo la ropa.
De toparte en calles oscuras.

Me tocas con tus manos blancas extendidas
yo con mil edificios viejos
veo este cuerpo incandescente que me llama
me dice tócame, mírame, tómame.

Te toco con mis brazos humildes.
Con una colonia escondida en barrios ladinos.

Estas bella, sembrando en mi el deseo creciente,
las ganas infinitas de provocar la ira del placer.
La explosión que junta nuestras letras.

Desnudos en la noche que no acaba,
que frustra el día del trabajo,
los sueños pueden esperar.

Puede caminar somnolientos con el recuerdo
creciente de besarte en ríos imaginarios
en la hora del café,
en la hora del almuerzo.

De llegar corriendo a ti,
cansado del día.

Cansando de estirar la rutina,
de posponer libros a los pies de la cama.

Estas extendida en la cama.
Estoy viéndote agarrar el próximo avión.

Alejando mi mundo pisoteado
como un recuerdo exótico.

Yo seguiré inventando historias contigo.

Estaré oliéndote en cada extranjero.
Esperando saber de ti en periódicos.
En correos que se extinguen.

Marxismo Centroamericano


Está asustado de las pesadillas
nocturnas.

Creía en la llama roja que sale
entre la selva, que huele a sangre,
a miles de biblias esparcidas
entre la sangre hedionda.

Son gritos en lenguajes mayas,
son niños sin uñas.
Cabezas rodantes por colinas,
con la última mirada perdida
en los ojos de la espada,
en los ojos del militar.

Son nuestras pesadillas.

Yo soy de San José
pero mis padres caminaron
llorando desde Honduras.

Algunos estamos metidos en montañas
imaginarias.
Montaña arriba, en San Rafa Abajo,
en Guadalupe.
Escondidos en cuerpos de trabajadores.
Escapamos de este mundo ajeno,
intentando formar otro.

En Guatemala, ladinos
explotados de la ciudad
volvían a ver sus manos mayas.
La misma soledad,
la misma esperanza,
las mismas manos.

Un cohete gigante financiado por generales gringos
explotó  en los campos.

Se cocinan las montañas con sangre y oro.

Llegan las mineras y la UFC.

Llegaron en galeones españoles,
con su Iglesia, su codicia,
sus listas de muerte, la democracia
y los acuerdos de paz.

Nos dejaron vencidos
orinados en nuestro propio miedo.

Las pesadillas nos salvan de un impás,
nos hacen llorar en cuerpos ajenos.
Me conectan con mis ancestros
revolucionarios.

La revolución Latinoamericana,
huele a café, tortillas, tugurios
racismo, y miles de derrotas.

En estos días hermosos donde
nacen flores negras, poderosas,
entre montañas de plástico,
de mentes podridas
hay gente que no olvida.

Llamarme "centroamericanista"
es adoptar un sectarismo colonizado.

Soy de acá, y hago la revolución acá.
Discuto la revolución mundial, acá y allá.
Vuelvo a caminar mismos caminos
luchando contra la discriminación y
el racismo, mientras hablo
con obreros de maquilas chinas.
Organizo consejos en fábricas.
Organizo la revolución armada
campesina y creo células urbanas.
Hacemos la revolución en la Iglesia,
en la casa y en el Call Center.

Somos los subversivos que se niegan a morir.