martes, octubre 30, 2012

Teoría de la crisis


(también conocida como capitalismo en decadencia)

Ayer andaba por terrenos derretidos
disfrazado de un simple estudiante.
Me recibió una señora como pintada
en un cuadro de los ochenta.

Me dice, mae siéntese en esa silla y espere un trillón de años.

Picha.

Entonces me nacen raíces, penetran al suelo.
Disfrazado en un rostro que no me pertenece
empiezo a imaginar la teoría de la crisis.

Y llegan unos duendes a mi cabeza:
Llega Mandel y le manda Rosa (como compa mae).

Todo se confunde rarísimo.

Entonces, supuestamente, que
el capital global crece gracias
a que en la periferia de la época,
o sea, que la UFCO y todos esos gringos,
y que la oligarquía en el teatro de Paris
y un poco de mops todos mojados de por acá
por unos huequillos de de bala, esas tierras
había que meterle arina
para incorporarlos al mercado mundial.
Que, supuestamente,
ahí, mae, ahí, iba a crecer oro en los bancos.

Y Mandel saca el tema de las armas.
Sias perro, todo complicadísimo.

Y Wallmark, ese mae, ese mae esta asustado
de las profesías Mandelianas, se fue a meter
a unos bancos en una Isla de por allantas
escondidísima.

Pero estoy seguro que a Mandel
le dan terror las bombas atómicas.

Igual a mi, haga el siguiente experimento:
agarre un Bush x, y le da un interruptor.

Ya lo presionó.

Yo debajo del sueter con tres hombres pintados,
veo la luz podrida y un escritorio hablante
y un señor metido en un cuerpo de niño.
Le pido unos números escondidos
en libros como de las época del 1860 al 1992.

Para un mae nacido en el 82,
era como agarrar abuelos amarillos de bolsillo.

Y veo toda esa vara.
Veo lo que el compita de Wallmark vio
desde el último piso de un rascacielos
con un whisky y una puta fina.

Veo mercados capitalistas
por toda la galaxia pidiendo préstamos.

Entonces me acuerdo de la crítica del duende.
Y el fantasma de Rosa en aquellos ojos bellos.

Y todo continua complicadísimo...

sábado, octubre 27, 2012

La macha


Te extiendo un miembro similar a una mano
intentando tocarte las letras de tu pelo,
como si fueras un libro viejo,
como deseando un río de caídas de asfalto
en librerías oscuras para el malo fino.

En las esquinas de equipajes armados,
al son de la motocicleta con pinta uniformado,
corro por la existencia de una flor emancipada,
sin embargo, las balas mutilan fraternidades
de esquinas nocturnas, de vinos de mora y mota.

Cuando estas sentada en cubitos universitarios,
estas compuestas de parte de barrio,
de asaltos de carnicerías de vacas viejas
pero también muchos salen de casas gigantes
gritando improperios a las sirvientas.
Ello tendrán trajes enteros para  la compañía piñera.
Véalo como un potencial escritorio de un banco,
como la imagen de dominación circulando por la cabeza
de la esclava que trae el café  y le dice "si señor"
con los pétalos rojos cerrados y la frente ceñida
y la imagen difusa de una telenovela pasa por su cabeza
en donde el pobre comete homicidio.

Entonces, sabiendo que la luz con lluvia germina
 y que los techos herméticos de agua
que se refleja en sus ojos,
en el dash de klms en números brillantes,
vos desde la acera, desde el frizz del semáforo,
los ves tan aburridos como un Platón de billetes
te vas escabullendo por los rincones de la ciudad
y hablas de ellos todo el tiempo con gente linda.

Las ruedas egoístas de un solo pasajero
se desplazan lentamente
y a vos,
te visitan en la comodidad de odios claros
lúcidos,
las formas de leer mercancías y salarios,
lo ves como un feto indefinido,
sin sexo, ni patria
tus amigos de la clase proletaria
se amontonan en las paradas de buses,
y vos vas ahí besando cualidades
durmiéndote borracha en el bus de las seis.

Vos vas con un aparato metálico de mano, precario,
que te salva de las lágrimas del cielo,
te salva el copete televisivo,
sostenido con gel de mono loco,
perdiste la sensibilidad del poliester,
de los pies secos,
pero le das gracias a la sombrilla
por al menos besar tu mejilla
desgastada por el ácido gris de esponjas urbanas
que caen desde la tristeza de la lluvia ácida.

Y llegas a la oficina pegajosa
de sudorosos folders amarillos,
y te das cuentas que eres drogadicta.

Adicta a escuchar palabras vivas.

Mientras estás insertando gasolina negra a tu cuerpo,
se consumen marcas entrelazadas con grafito en hojas blancas,
en horas laborales, mientras gastas carne,
y partículas de azúcar, gastas lo equivalente
a un animal sin títulos de propiedad viéndose las manos,
sabiendo que en Desampa las tristezas se desplazan en buses viejos
al igual que en tu playa, y tu mar.

Pero no te puedes definir como un espacio sufrido en una esquina de la luna.
Tenés un ingrediente secreto,
la forma peculiar que fuiste oprimida,
en como consumes el azul de tu alma,
día a día, en noches largas como una espina en tu pie caminante, que sangra,
esperando la bala vista desde el mirador del sniffer gringo,
de los cuarteles del odio electrónico,
en la forma en que tu salario se deposita
en el banco del capital financiero, sin países, ni democracias burguesas,
y los hombres hambrientos de energías ajenas,
de tu salario violado por un número en la nube,
por un simple dato abstracto,
que tiene consecuencias directas en tu tacto de hambre,
y la forma concreta en que veo
esta mercancía circulando por velos del trabajo no productivo
para llegar a tu casa
en la forma de una simple cerveza barrata
como si este alcohol no es la sangre del campo,
como si no cerrara las tuercas
del engranaje del ciclo de la producción capitalista
como si el burgués no sacara el revolver bajo la mesa
cuando desembolsa una cristalización de tristeza
que no alcanza para nada más que para el olvido
en el supermercado.

Entonces veo multitudes que cae en las ondulaciones de tu pelo
que dejan un espacio agresivamente diminuto
para los discursos desgastados
por peleas viejas e innecesarias
de amores extraviados de clase
que te dejan en un estado
lindo para discutir
para tomarte mezclada en mi boca palabra
agregando algunos insultos colectivos,
construidos en una dinámica sana,
por viejos hombrecillos marxistas
que trabajan en los cerebros humanos.

Y los whiskys finos y los carros pichudos,
y los fajos regordos que echan eructos a chorizo,
vos tirada debajo de la cama,
viéndolo todo, saboriándolos en el reflejo del niño rico
niños asqueados de aparatos electrónicos y tenis especuladas
sientes cuando abres el tanque del inodoro esta idea,
y ves esos grupos de deliciosos billetes verdes,
ves, puro trabajo humano robado,
concentraciones de movimientos repetitivos de la humanidad.
Hay un grupo pequeño de ellos
apretados como nubes de laboratorio,
para no dejar salir ni una partícula de grasa transgénica,
que te jalan los pies mientras duermes,
que escuchan desde las paredes
como si fueran micrófonos de la CIA
y seguís escribiendo, y seguís rompiendo las paredes
con pedazos de tinta que salen desde un spray rojo.

Después me asomo al parque del barrio, y estos niños sucios,
y estos hombres sin trabajo chupando bancas,
los perros esquiroles con moja los patean,
como si no fuera parte de la gran masa martillada por horarios y penas,
y veo amor por todas las esquinas,
amor con hambre,
y veo balas en las casas de las guías y cuadros,
y veo aquel amarillo de tu cabeza que camina por estas rutas
con una bandera roja en el alma, y un puño de mujer apretando viejas estructuras machistas.

A veces tengo la sensación que no estamos reproduciendo como cucarachas.

Sin embargo,
la furia está secuestra por los bunkers
y las pandillas que roban vidas simples
para hacer un altar de drogas inútiles
para tener algo que comer desde las grutas de la cárcel
mientras en el cielo de la Escazú rica
en los grandes espacios de la renta burguesa
se acumulan vidas ilegales en las construcción
de los sueños imposibles.
Son varios pisos de cemento duro,
de espacios visitados por la compañía de limpieza
o por los simples insultos desde los vitrales de las tiendas del mall
y la necesidad de la existencia de una mercancía pomposa
para escupirsela a la vista del amigo, para verla por rejas y muros
que esconden descomunales piscinas, grupos de masajistas, y guaro fino,
y verle esos ojos de vidrio, porque no tienen ojos humanos,
carroñero de carnes tiradas a la calle,
como si fueran muertes civiles,
pero destrozadas en el cuartel,
y cae al fondo del pozo clandestino
los cuerpos cansados de amarte,
amontonados encima uno a uno,
y en las camisas se salen las cartas
y en la vida postergada hay gente sentada
escuchando estas palabras ausenten de vida.

En esta lucha, prefiero tocarte en estas ideas que saco de tu cabeza.
De esta forma de querer revolucionar mis verdades
desde la hermosura de las palabras de tu boca y tus labios.
Estas irreverente, escupiendo patrullas,
sacando cada parte molesta del mundo
con balas desde tu propia insurrección armada.
Desde una serie de argumentos,
no sentamos a escuchar los nuevos retoños
que nacen en las ideas de nuestras discusiones.

La Flor más Roja del socialismo está viva.
El esplendido pelo amarillo,
tu cuerpo, tirado ahí,
al frente, como si fueras una macha, no me engaña.
Rosa está ahí.
Kollontái, Ana María, Vilma,
aquella alemana, la salvadoreña están ahí,
escondidas tras las ramas de tu belleza.

A mi no me engañas.

domingo, octubre 21, 2012

Siendo positivo


El árbol sin raíces,
se decide a cruzar un rio de Octubre de 1917.

Quitándose la piel antes de clavar
el primer ramaje en el caudal,
se acuerda del oficial
que quemó con un cigarro
a su madre arrodillada
sobre sus brazos mutilados.

Era trabajadora de la erosión.

Se quitaba monos del pelo
mientras oraba a la Virgen de los Ángeles.

Sus señales de humo llegaron a toda la galaxia.

El pescado curioso fue el primer testigo.
Se puso la crema barata para salir al mundo,
agarró la bomba de mano, y le dio
diez mil abrazos al árbol,
y caminaban juntos
siguiendo el rastro de la fruta leprosa.
(Managua, Santiago, la Habana, San José, etc)

Después de doblar doscientas esquinas herrumbradas,
se toparon a la suerte sentada
en un café con azúcar quemado.

Totalmente rechinado, asqueroso.

Llevaban sus consignas a las cancheras.
Que la justa repartición de gusanos,
que donde están las sardinas extraviadas,
cosas propias de barrios con puertas metálicas.

Entonces empezó la matanza.

Trajeron grandes elefantes hambrientos,
cosían tristezas a sus hijos
que enchilaban las manos
de los viejos jubilados.

Los cerdos con sus cigarros indígenas,
y guaro de amigos escondidos en cárceles
con rejas imaginarias.

Sus cerebros lloraban estrofas de música fina.

Pero, en la zona en donde los espejos no se cambian por oro,
estaban planeando la rebelión armada.

Agarraron libros recién nacidos
arrancaron sus páginas
y tiraban verdades a las calles.
Aparecieron palabras bien escritas,
asomándose como cartagos
por las ventanas humanas
de la consciencia.

El árbol era el nuevo hombre.
La colectividad coherente
de un rio sin piedras de plástico.

Su partido tenia las sillas de los cuadros
totalmente vacías de hombres solos.

En las patas de madera,
lloraban los especuladores
del capital financiero.

Diminutos como el suspiro de una niña rica.

Entonces, se quitaron las camisas
verdes de un “mal gobierno”
y se decidieron encontrar en la justicia
de un hombre con músculo y cerebro
lleno de alcohol barato, por ahora,
intentando dejar a los amigos sentados
en sillas voladoras,
hablándose con el teléfono del alma
planeando sonrisas que no existen.
[en la belleza de la muerte de la PP]

Entonces los partidos salieron a la luna a tomar el sol.

Y los seres humanos se sentaron a escuchar música
echa con dedos de carne totalmente fresca.

Y cada quien hacía su aporte estético.
Y por las tardes a crear valor humano.
Y después a pescar la vida
en un río de pensamientos.
Y en la mañana, a llorar tu silla imaginaria.
Y en la tarde a tirarme a la crítica de una flor furiosa.
Y en la noche,
en la noche a tener sueños transversales.

Así es como logro dibujarte siendo positivo.

También está la opción de la bomba atómica del capital.

sábado, octubre 13, 2012

Algunas tesis sobre ti

Estas con todas tus partes completas lejos de aquí.

Yo, a diferencia, me ando regando en calles.
(primera tesis)

Dejándome escurrir por la lluvia,
circulando por los caños entre sustancias
que me atrapan, circulo como cañería subterránea,
entre desechos de otros seres humanos.

Dejo piel, células que explotan y caen en la banca.

Esparcido en la música de cumbia del bar de ayer.
En la parte de arriba de varios vasos y botellas.

Ando por ahí dejándome caer en momentos colectivos.
Solo entre miles de nuestra especie.

Solo, en el sentido articulador de una colectividad.
(segunda tesis)

A ver si me explico,
cuando pienso en la idea del suicidio,
tengo que consultarlo con todas las partes
que componen mi cuerpo:
un obrero de fábrica,
un oficinista deprimido,
la viejita de las verduras
(que se esconde de la policía municipal)
el profesor de filosofía,
mi madre, mi padre,
los amigos de tragos.

(Esta parte la aprendí de Marcial
en una cárcel del Salvador)

Tendré que consultarlo con todos,
con todas las partes de mi cuerpo.

¿Acaso puedo ser solo yo?
¿Acaso puedo morir
como se muere una herida al sanar?

¿Acaso puede ser el miembro amputado del cuerpo?

Ciertamente si, siempre y cuando sea un burgués,
sea el arte por el arte,
un sentido de estética místico,
sea el programa de tele,
la escuela,
un edificio gris lleno de burócratas.

Hasta mi soledad es revolucionaria.

Me autoanalizo en este sectarismo reaccionario.
(tesis tres)

Viéndome a mi mismo como una especie de llama
perdida, en un bosque demasiado húmedo.

El internacionalismo es una pintura abstracta.

Esta secuestrado en una palabra que existe
en boca de un grupo de intelectuales.
Un puñado de estudiantes, y sobrevivientes
de luchas pasadas con héroes europeos
pintados en sus pechos.

Cuando pienso en vos pienso en sociedades futuras.
(cuarta tesis)

Pienso por ejemplo, en un día de lluvia en
ideas frescas que salen de un café.
Pienso en torrentes de discusiones fraternales sin balas.
Pienso en vos, no como cuerpo de mujer,
sino como ser humano, metido en cuerpo de mujer.

Pero en mi sectarismo, también te imagino metida en una lata.
(quinta tesis)

Herméticamente cubierta con una coraza metálica.
Concentrada en ingrediente, en sustancias que te conservan.
Artificial en tu color, dañina para la salud
cuando andas golpeada por la vida.

Llegas a mi plato, y te deseo comer.
Y te como sabiendo que me matas.
Y no le consulto en nada a mi cuerpo.

Ando escapando de ellos que me siguen el paso.
(mis amigos, mi pueblo)

Acá estoy,
recordándote como una serie de tesis fracasadas.

miércoles, octubre 10, 2012

Callejera


Ciudad con pieles negras,
seccionada, partida en mil.

Te crecen las matas,
cuando vas por la montaña.

Cuando estás bella
eres de zapatos y pintas.

Cuando estás mal,
cuando las cadenas
y las botas policial,
los carros negros...

Cuando estás mal,
te quiero más.

No porque me mates a pocos.
Porque me maltrates con macanas,
no por eso.

Te quiero más porque me empujas a querete.

lunes, octubre 08, 2012

Contradicciones


Contradicción primera: negarla y mencionarla a la vez.
(poesía que no incorpora nada a la lucha de clases)

Segunda contradicción: asumir el pensamiento cíclico.
(ej: pensar casa pequeña con cara preciosa,
decir un millón de mentiras por la noche
y despertar besándote el cuello, etc etc etc)

La vieja lucha del pensamiento crítico (Marx)
y la vida cotidiana (aparato electoral, la familia, etc).

Pues,
no encuentro sentido alguno de las obras de "arte"
si las élites intelectuales no tocan madera
y dan mano de los del trabajo productivo.
(y sus ideas radicales)

Esto no significa, que cuando suenas los balazos,
no te tenga pintada en murales internos
que acompañan los caminos interminables de mi cabeza.
Te veo metida en la montañas Quiché
tocando un poco nuestra propia sangre extraviada
feliz de experiencias nuevas, vitalizantes.

Un amigo me dijo un día, cubrámonos de noche,
registremos sus patrullas y caminos en un cuaderno,
pintemos la Fuente de la Hispanidad
con colores para nuestros amigos de las seis,
y yo lo hice por ellos y por vos
aunque no lo creas.

Y no te conocía.

Estabas ahí, conmigo, yo detrás de rejas
y vos tirando gasolina a monstruos verdes
luchando por un amor individual y colectivo.

Tercera contradicción: chequear el folder prohibido varias veces al día,
y decir que no te busco en bares.
(cómodo como un burgués, luz tenue, tu mano imaginaria ausente, 
cartas no recibidas y no enviadas, no estás, no existes, 
te fuiste a haces meses y vuelves otra vez con mentiras)

Desmoralizado. Odio fugaz. Reconciliación Interna. Trago de guaro. Intento de lectura histórica.

Nueva lectura: Siempre estarás presente en mis pinturas callejeras,
en mis gritos que amanecen pintados desde los vidrios de los buses
y sorprende a muchos, en especial a los tombos y arrendatarios.

Todas son Rosas, Abriles, Tamaras, o el nombre de un árbol. Esto confunde a la gente.
La hace ver somo si fuera poesía, no saben que es solo un nombre, metido un cuerpo pequeño.
Un cuerpo poético, que mueve estrofas en paredes de San Pedro, en asientos de buses, en casas.

Estás ahí, aunque tu nombre cambie, aunque estes lejos.
No me creo un árbol, más bien soy una especie de raiz,
sin tronco, ni salida al sol, que se expande en multiples direcciones.

Estás ahí metida, en una coyuntura fuerte, que modifico una extensión del camino,
cambio el curso de la vida, la llevas ahora por nuevas formas.

No te veo como cuatro esquinas, dos calles.
Te veo más bien, como encuentro de furias,
abrazos nocturnos, manos pequeñas apretadas.
Un pequeño gesto con la boca que dice mil palabras.

Ese tipo de coyuntura.

Son mis contradicciones, mis enfrentamientos, mis luchas.
Los viejos demonios que merodean como moscas.
Yo los alejo con un gesto, con un soplo de viento.
Con la conciencia escrita con lapicero en la mano.
Tocándome como un dedo necio en el pecho.
Hasta que finalmente, cambie la moral.

Entonces, si estás ahí.
Es decir si estás, escrita en mis documentos.
Pero si estás. Pero no estás.
No te puedo oler.
Última contradicción.