martes, septiembre 27, 2005

Las Mujeres Embrujadas de Esperanza (Parte #1)


"Todas salían como a las cinco de la mañana con excusas diversas para su tratamiento celestial"

Esperanza, un lugar lejos del centro pero cerca de lo lejos, era un lugar áspero, lluvioso, con ganas de trascendencia. El pueblo tenia dos buses que llegan al centro, uno a las 7 de la mañana y otro a las 6 de la tarde apenas para que los hombres del pueblo llegaran, como buenos machos, al bar el “Brete”, un nombre con buena excusa. Los buses eran reliquias combinadas, hechos de mil partes de mil buses, y los asientos de lujo en su tiempo traen recuerdos de todo el país, “Karla x Alberto” , “fume mota” , “viva la liga”, "hoy no me dejes!". Así se pasaba el tiempo en el bus, imaginando aquellos amores de colegio de otras vidas, mientras la cabeza acaricia el vidrio violentamente en los cabeceos habituales.


Andrés, salió del trabajo a las 4:36 de la tarde, y en el ascensor se preguntaba porque diablos tenia que salir a las y 36, no se explicaba esos seis minutos que separan las horas normales salida. Caminaba por las calles de San José rápido, con ansias de llegar temprano a cualquier lado, mientras que su música alteraba el ritmo del trote de su caminar. “Y esos panes pa’ que son, pa’ comerlos con café (...)”. La música siempre fue un arma de doble filo, ya que inconscientemente introducía música descorazonada, alegre, bailable, melancólica, a su reproductor de mp3 (o jugador de mp3), y en cualquier momento sentía una puñalada por las espalda cuando una canción tocaba recuerdos recientes. Esa herida se negaba a sanar.

En Esperanza las mujeres solían tener dos comportamientos, uno para las pachangas, y otro intachable frente a los padres. Es un instinto saludable para poder madurar en la calle y mantener las relaciones familiares intachables (como los abuelos de los abuelos). Se suele decir que en esos pueblos las familias son muy machistas, pero a criterio personal eso es pura pantalla. Los hombres aparentan ser muy machos, pero por dentro son criaturas indefensa, que lloran en las noches a la orilla de la cama mientras que su mujer duerme. Las mujeres son las que deciden donde debe de trabajar, como vestir, como comportarse con los hijos, como sentarse. Esas decisiones se toman a oscuras en la cama para que nadie los vea, chantajeando con las carisias inocentes debajo de las sabanas.

El cuando menos se esperaba sentía unos de esas usuales puñaladas internas, que lo hacia sentir vivo, o más cerca de los muertos. Por primera vez en años decidió ponerse los pantalones. Pero se dio cuenta que estos todavía le quedaban holgados. Las decisiones fuertes son necesarias para poder salir del dolor. El pensaba que su falta de decisiones lo había llevado a muchas desgracias el en ámbito de relaciones interpersonales. Es raro, con el pasar de los días, los recuerdos desaparecen pero el dolor quedaba intacto. El la amaba todavía después de tantos intentos de odiarla.

En ese pueblo las mujeres eran bellas gracias al rocío de rosas que caía todas las mañanas antes de la salida del sol. Todas salían como a las cinco de la mañana con excusas diversas para su tratamiento celestial. Ningún hombre lo sabia. Los primeros habitantes del pueblo, tenían unas esposas terriblemente feas, pero con el tratamiento celestial se fueron transformando hasta convertirlas en diosas. Ese pueblo nunca tuvo trascendencia hasta que los extranjeros empezaron a llegar. Ellos como lobos hambrientos descubrieron ese manjar de cinco estrellas. Pero no sabían lo que esas mujeres embrujadas podían hacer.

Andrés siempre pensaba más de la cuenta. Existen viejas grabaciones de sus padres donde se empezaba a notar ese inusual comportamiento a tan solo dos años de edad.

_Andresito mi vida, hable en la grabadora para que cuando sea grande se oiga. Decía su Mamá.
_No quiero. Decía Andrés.
_Vamos Andresito, vea que es navidad diga unas palabritas. Decía su Mamá.
_Estoy pensado. Decía Andrés.

Él, años después, en medio de su gran dolor de corazón se dedicó a investigar la razón exacta de sus males. No creía en la religión, y libros de autosuperación personal, en consejos de despechados, en distracciones temporales, en el sexo, en drogas, en nuevas rutinas, en el estudio, en el amor a Dios, en el trabajo, etc, para poder solucionar su soledad. Tenia que saber la naturaleza exacta de sus actos. Él, al oír su voz tímida, extraña, sintió miedo.

Las mujeres se dieron cuenta fácilmente la fragilidad de aquellos extranjeros asombrados. Los hombres cuando se entregan se vuelven vulnerables. Ellas, muy astutas, aprovechaban el día, mientras que sus mártires trabajaban, para poder coquetear a gusto con sus engaños. Ellas aparentaban inocencia, benevolencia, timidez, mientras todas juntas conspiraban contra aquellos corazones asombrados. Ese embrujo celestial de rocío de rosas las hacia poderosas. Pocas de estas mujeres salían a la gran ciudad, ya que la mayoría preferían vivir en el sueño ajeno de los extranjeros. Juana Viale decidió dejar Esperanza cuando tenia 18 años.


Continuará...

Pablo Andrés Quirós Solís
Martes 27 de septiembre del 2005

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El mejor suyo hasta ahora, para mí, osea que los otros eran pura... NAH! Osea, que está mejorando un pichazo, este está bien bueno, me gustó mucho.

Nick dijo...

Very interesting piece. I may not understand all of it, but I get the purport.