jueves, marzo 14, 2013

Matrimonios colectivos


(poliandria)

Aquel día cuando caminaba en una empinada cuesta lasciva
hacía la cima de los destellos de la felicidad del encuentro.
Aquel día en donde gozaba de la resonada alegría corrosiva,
creía que la rima de los bellos de la amistad del entorno
podía romper tu risa de vidrios incompletos reciclados
en gritos sin sonido, en abrazos sin manos, en besos sin labios.

Esa lucha de creerme hombre sin sistemas retrogradas.

El nombre de un árbol divino me visita las noches interminables
al son de un continuo ciclo de pensamientos que desaparecen
como la lira de un frustrado amanecer de madrugada que se evanece,
amanecer de dos o tres de la mañana y los ojos vivos en el cielo raso
y veo las imágenes de matrimonios colectivos y mi asombrada
estupidez se ríe de mi mismo y los reproductores de familias burguesas.

Necesito urgentemente un cigarro, porque he decidido
sentir la derrota entre copas y ausencias auto-provocadas
tengo al hombre viejo que me toca las venas saturadas
la ganas de verte leer la vida en tiempos lejanos, sola,
pero cuando puedas tirate a la infamia de no querer a uno solo hombre
en contradicción constante del egoísmo de los celos
cochinadas de un ser fijado en la propiedad básica, privada,
para ser común, ser amores insólitos, diciendo,
en tu boca palabra, que te extrañé ayer con el frío igual que a otro.

¿Cómo te puedo extrañar?

¿Acaso no amas a otros humanos libres?

(¿existentes o imaginario?)

Te veo sentada con las manos en la mesa
como cualquier interpretación histórica
desligada de la carne que te hizo crecer
un poco borracha de las luces de las letras
y vuelve la imagen maldita de tus labios.

¿Estoy metido en la objetividad histórica?

¿Simplemente seré un payaso?

¿Estaré desligado de la praxis revolucionaria?

Hoy te imagino desde el amor más contrarrevolucionario.

Sufro con las sociedades primitivas de nuestra especie.

lunes, marzo 04, 2013

Amaneceres soleados



Hoy llegué con un estallido de bomba en mi mente
como si desde mi individualidad pudiera contraatacar
una explosión inevitable en mi sala de hombre sólo.

Lo tengo todo almacenando en un saco de pensamientos.

Pues te tengo en mi espíritu conspirativo, me dañas la vista.
Y la bolsa se agita, como cocinando una respuesta
como en un saco lleno de serpientes venenosas.
Y me ves con esa mirada y empiezo a sentir
la revolución de nuestra compañía incendiaria.

El saco cae y se abre, salen flores rojas.

Entonces decidís encender la discordia del tema.
Y yo como "sectario" tomo mis tesis anti-oportunistas
y reis y reis con esas forma bella de ser vos,
yo sigo creyendo en la derrota y veo esos ojos azules
diciéndome que tenemos que repetir lo irrepetible.

Y las flores se secan cuando se les sale la sangre,
al verte llorar, angustiada de las horas de la vida,
y empieza a cocinarse en un conjuro mágico de humano,
en el mar de mis conceptos e imágenes de viejos
y tortuosos caminos que no llegan a concretarse.

Sinceramente me siento enfrentado y consultado,
algunos texto caen del cielo de mi ira, y los veos transparentes.
Me tiras algunos besos desinteresados
pero yo como niño malcriado, no logro ocultar
mis contradicciones de hombres en liberación
y eso es lo que me duele en el alma, yo lo que reclamo
es sentarnos a escribir hojas en un papel continuo, uniforme.

Entonces las hojas caen en el piso lleno de sangre
y se empiezan a dibujar unos versos preciosos,
como diciéndote: mira a este hombre que busca
respuesta en torres de papel y te ve entre líneas,
¡como si todas las respuesta estuvieran escritas!

Quiero tener noches interminables de concreciones.
Pero para eso dudé de mi existencia.
Le volví a consultar verdades incomodas a un amigo,
porque no soy yo un animal que pueda salir de la colmena
si tocarle la puerta a otros seres, para no tirar la vida
como cualquier otro animal inferior en crisis.

Entonces las hojas se unen entre ellas como papel mojado
y se empiezan a dibujar las venas y la columna vertebral
de un hombre furioso, enamorado de sus palabras,
furioso de verte marchitarte sola en cuarto oscuro,
dejando ocultas palabras que necesitan decirse a gritos.

Soy un animal que se obliga a acuerparse en la colectividad
impulsado por los instintos más nobles de nuestra especie.
El instinto de la conciencia de que estamos en una lucha
por entender tus labios agresores, critica a la tristeza lenta.

Entonces, el niño malcriado, se vuelve en un serio adulto
con mirada leninista, con responsabilidad por sus pensamientos
y las letras que salen articuladas desde su cima de hombre
hacía el largo camino de la conjugación gramatical de su lengua.

Salen algunos colores de la boca, sin tener coherencia estructural,
los colores que tomas entre tu lenguaje cuando te los empujo con mi lengua
con mis ganas de tocarte la piel, y verte dormir, verte la espalda y besarte
mietras tenés esos extraños sueños que te dejan indefensa.

El cuerpo papel, se vuelve carne, la columna vertebral
se inserta en esta masa roja, y la piel es dibujada
por las partes blancas que se tiran hacia afuera
y quedo desnudo ante tus ojos, quedan desnudas mis palabras.

Mujer, tenés que volver a ver los ojos de la mujer de siete prisiones.
La que fue tirada desde un rio como si pudiera vivir sin recuerdos.
La que lloró por la tortura de un simple animal inferior desesperado,
no por su maldita vida miserable de látigos y tristezas,
sino porque en sus ojos estaba metido el sufrimiento de la humanidad entera.

Ahí está la esperanza de los eternos amaneceres soleados.
En esa gran responsabilidad está la alegría de ser humano.