jueves, diciembre 20, 2012

Viaje intergaláctico



Corazón clandestino, seccionado en mil,
amor de prostíbulo, tristeza infinita.

Dejo los temblores y temores de asalto.

La nave no sabe de amores contrariados
no sabe de un país chiquitico
agricultor de revolucionarios centroamericanos.

La nave despega por la noche
para no asustar a los puertos,
para dejar pensando en sueños
extraños a los únicos amores
verdaderos de San José.

El imperialismo europeo es un viejo terco.
Yo voy como si fuera vanguardia,
lleno de borracheras y acciones radicales.

Mi maleta está llena de expectativas.
Mis libros no alcanzan a calmar mi colonia mental.
Mi ansiedad se mide en nostalgias de techos herrumbrados.

Creo que tendré que pensarte en una célula explosiva.
Para no sentirme invadido por una carabela española.

Te dejo tirada en tus deudas externas,
en tus despertares de domingos rojos, enamorados.

Tocaré el suelo como si fuera un extraterrestre.
Como cuando Rosa roja salió de Varsovia
para estar en la punta del fusil de masas.

Te estaré pensando desde la madera tropical de mis huesos.

martes, diciembre 04, 2012

Los chamacos imaginarios


Existen en la potencialidad divina de las mentes de algunos locos.
Todos fuerzan el pensamiento dogmático tomados de la mano.
La sala se asoma por los ladrillos de las paredes y no aguanta la risa.
Entonces un temblor, de dimensiones cuestionables, tira un sustillo.

En la intimidad, estos hipócritas,
se ven en una porno hardcore.
En ese momento sucio, capitalista,
ven un niño en un parque,
en el reflejo de sus tristes soledades
después de las eyaculaciones.

Y así se dirigen los dos con esas malas vibras,
a las prácticas burguesas,
de solucionar realidades
creando familias ebrias,
que vive la vida repitiéndose
en aburridísimas cocinas con tele.

Yo les aconsejo que se compren un perro o se suiciden.

Da igual

o podés tomar el camino difícil,
de leer sociedades, modos de producción
e imaginar una bruja devastada en los ojos de tu amiga.

En ese momento los chamacos imaginarios explotan por los aires.

domingo, diciembre 02, 2012

En un día en transición


En día en transición el cielo es rojo y atardece solo en los barrios finos.

Es un día en donde llueve por dentro del frio de las latas y por fuera está la vida.

El sol sale a tomar la tristeza camino al suelo
sin pensar ni siquiera a cual planeta está visitando.

El suelo se deshace entre escupas y chiles radioactivos
y por esas calles, un niño huele cemento mientras vende flores.

Y su luz quema la frente de las masas, y detrás de ellas,
se ve llorando descalzo y sus ojos miran un mar negro lleno de bancos.

Delante está desparramada la realidad.

Escupiendo como una lacra a los pies del pobre.

La tomo como quien saca una cerveza clandestina en horas laborales.

Como quien asume las esperanzas de la iglesia y el Estado
derrotadas en grandes bóvedas antiguas del dinero imaginario.

La izquierda comunista enfrenta la realidad
con la rigurosidad que solicita el hambre en la crisis.

Entonces las organizaciones de mano alzada
abrazan a los suyos, y entre la fiesta humana,
todos quieren sentirse más ilegales que ayer.

Nada de esas cobardías del voto oculto en una caja.

Me asumo con las manos arriba y un beso profundo de clase.

Nadie dura más que una revocación colectiva.

Esos diputadillos parlamentarios...

Un día en transición es de prácticas de futbol.

Hay que saber como saber brincar las paredes del poder y desviar bombas atómicas,
para meterle el gol que provoca la invasión masiva al campo de la lucha de clases.

Y nos ponemos a incitar  un "aprete" de las fronteras con huelgas solidarias.

Y te agarro la cintura y los labios conectan poblados enteros
con esa boca rica de acento extranjero.

Y el mundo está apretando por nuestras incitaciones científicas.

Y somos ciudadanos mundiales.

En un día en transición mientras una célula explota con una bala,
grupos de seres humanos se esconden en grutas planeando el mejor partido del mundo.

jueves, noviembre 22, 2012

El pacto con el trabajo muerto



Por si acaso no brillara el sol en el día más frio del año,

enciendo una fogata de oficina utilizando el basurero del baño.

La fogata empieza a calentar en esta calle sin salida,
se acercan los compañeros de trabajo,
con sus asquerosas máquinas bajo los brazos,
las manos sucias se asoman al basurero pidiendo ayuda.

El basurero tira un tufillo a gordos burócratas públicos.
El fuego, como que agarra fuerza con esa grasa que torea las llamas.

Entonces, se asoma por la puerta, ese ser, el "project manager".
Nos dispara unas cuantas tareas abstractas, y nos pide cuentas del tiempo.

Lo que siempre se hace en estos casos, es simplemente hablar en lenguas.
[Al mejor estilo de las iglesias pentecostales, paque no suene feo decir "panderetas"]
Entonces, como en una reunión de doctores, todas hablando en idiomas distintos.

Por ahí hay unos conspiradores de profesiones, que violaron sus conocimientos científicos,
por unos cochinos dólares de más, que les da derecho al látigo de la verguenza, se acercan al fuego.
Pero claro está, que nuestros lenguajes evolucionan a unas velocidades impresionantes,
entonces los maes, básicamente nos ven a los ojos y dicen que si, cuando les tiramos estructuras falsas.

Los compañeros cobardes, salen de sus audífonos gigantes, y se incorporan a la tertulia.
Logramos controlar a estos putos infiltrados, cubrimos nuestras burlas con fabulosas ironías.
Y nos vemos disimuladamente a los ojos, y dentro de nuestras cajas tristes, estamos llorando de alegría.

La cosa cambia cuando llega ese hombre, la encarnación del trabajo muerto.
Nos vuelve a ver como lo que somos, mercancías que construyen mercancías detenidos en el tiempo.
Se paraliza la rueda, no circula el capital, su desembolso básicamente empieza a crecer.
Su ganancia empieza a disminuir, entonces, abre la boca y nos exige comportarnos como mercancías.

Los compañeros de trabajo nos conectamos con las miradas,
y en la fiesta de nuestras cabezas, la alegría es pulverizada con un misil Israelí.
En mi caso, llegan a mi mente, un comité de fábrica, la imagen de Pannekoek.
En el caso de mis compañeros, un caminante solitario en un día de neblina,
que escucha a sus compañeros perdidos en la selva tropical, entre gritos difusos.

Se ve cada uno perdido en sus propios sectores de trabajo.
Llega el pastor de cada rebaño, el dirigente sindical, y llama a los suyos.
Entonces, este dirigente, se encarga de fumigar el sentimiento de clase proletaria.
Entonces, seguimos siendo mercancía, seguimos viviendo en el reino de la propiedad privada.
Por el cochino pacto del hombre del trabajo muerto, el capitalista, y el dirigente sindical.

miércoles, noviembre 21, 2012

Encuentro de la izquierda revolucionaria



A veces el final de luz toca la cama, como siempre,
y ves labios de mujeres pasadas, en mi almohada.

Me decís que no quieres esos labios en tu cabeza.

Yo rio, y te veo tan liberada de muchas cadenas
que interpreto tu reclamo como un simple chiste.

Entonces, escondemos los cuerpos debajo de la tela,
y hablamos sobre las posibilidades
de ver con nuestros propios ojos
el nacer de una nueva humanidad.

Me decís que no.
Yo, desearía creer que sí, pero tenés razón.
Me seguiré engañando con la reencarnación estúpida
de los poemas más esperanzadores de la galaxia.

No tiene sentido el tiempo
cuando tocas al ser humano del futuro
entre tu cuerpo desnudo y mis labios.
Puede salir la luz y seguiríamos siendo
dos luces hablando palabras críticas
en un cuarto oscuro, pesado,
por mañanas pegajosas,
mientras el reloj detenido en un instante eterno,
se burla de los horarios de la industria,
y avanzamos hasta en nuestros momentos más decadentes.

Drogados de esa catarsis de entrelazar
besos y verdades humanas,
entre fantasías provocadas,
por la falta de sueño y el cansancio,
y sustancias que circulan por nuestras venas,
te veo tan bella,
que no se si son las palabras que salen de tu boca o tus ojos claro.

Como buen piedrero que soy,
de la miel de tu boca
no hay necesidad de comer átomos,
se consumen las horas del tiempo
de una forma que no hay miedo
para inventar nuevos espacios en donde
se pueda detener el instante para disfrutar
un momento desde la parte de atrás de tu espalda.
Pasan horas, y se juntan los momentos
en donde parte de tu carne te obliga a ser humano.

Te lo juro, que si fueras un simple libro
una simple montaña de imágenes en letras crudas,
la canción que siempre te hace despertar la rabia y la mano,
la felicidad de resolver un enigma con libros viejos marxistas,
dormiría frustrado por no tener piel de mujer junto a mi idea.
Pero igual abrazaría la idea como una potencialidad de mujer desnuda.

Me siento como si fuera el último guerrillero enamorado de la montaña.
Paso clandestinamente cada frontera volando unas cuantas palabras al aire
y encuentro en la emboscada, una macha malcriada que me invita a disfrutar
una tarde anaranjada llena de frio en las esquinas en donde me siento
en la comodidad de una conspiración conjunta,
entre las formas que se van dibujando en la sociedad,
cuando en la profecía divina de la abundancia y la carencia,
aparecen detrás de las piscinas de billetes de los cerdos,
entre los caseríos, miles de libros, fusiles y bombas,
que se encuentras escondidos bajo las camas,
en las casas de las estrellas más brillantes de nuestra clase.

Se adelantan las vacaciones y los días lindos en estas épocas de mierda.

Estás tan real, que realmente robas el aire en cada sorbo de tapis.
En tanto en tanto, te veo pronunciar las confesiones religiosas,
decís, que sos comunista, como si fuera tan fácil conseguir
esas palabras, en este espacio centroamericano, en este país.

He llamado a mi amigo Luis, un poco alterado,
y le he contado que tengo que construir un Marx gigante
para pintarlo por todas las calles de la ciudad.

Como si fuera un imbécil que busca un cochino ramo de flores.
Mi amigo se suma a la gran tarea de gritarte,
porque en realidad mis gritos nos salen de un solo cuerpo.

Necesito tu comunismo en cuerpo de mujer.

Eres material de una estructura de dominación,
de una caza de brujas milenaria,
escondidas en calles pisoteadas por un gran jefe,
pero no, se ve una cabeza al fondo de un edificio,
tirando señales estratégicas a los cielos,
y en los edificios circundantes,
responde todas las ventanas con un disparo.
Llevas años en los estudios de las cadenas peculiares,
y estas tan despierta compañera,
que amaneces caminando en pensamientos,
que te dejan sola en una esquina,
y mientras esperas el bus,
se te cocina la furia de una forma coherente en tu cabeza.

Y ves a todo el Reformismo tan evidente,
haciendo partiduchos electoreros,
defendiendo el programa mínimo-máximo,
como unos cuantos cobardes mencheviques,
que se escudan en sus cochinaditas de domingo,
para garantizarse su espacio privado,
sus momentos de borracheras intelectuales,
mientras en las calles proletarias,
los niños huelen cemento,
y la madre sufre cada día por un café rey,
mientras se amontonan en las esquinas
tristezas fumando piedra,
desempleados hambrientos disecados,
quemándose sus partes humanas con un tubo,
para no sentir hambre, ni días,
dándole sentido al sol precioso de la mañana,
dándole sentido al espacio vacío de este cuarto,
dándole sentido a las repeticiones diarias,
dándole sentido a los cochinos aumentos de salario que no existen.

Entonces, yo desde la otra esquina,
te veo cubierta de esa capa protectora.
De esas palabras que se van articulando
en tu superficie, y salen a defenderte,
cuando el argumento te golpea sorpresivamente,
te logro alcanzar con mi mano,
y dejo que tu olor de mujer furiosa,
me logre sentir cómodo,
me logre quitar el hambre de vida.

Y en cada reencuentro, se me caen capas de hombre viejo.
Y logro librarme de esta difícil tarea de estar cómodo,
de pretender que tengo una teoría sin praxis revolucionaria.

Te vas a tu trabajo, y yo a mi alma perturbada.
Nos quitamos las sabanas,
las almohadas de nuestras cabezas de argumentos,
y salimos al mundo pensando diferente,
dando nuestro aporte al mundo nuevo.

jueves, noviembre 08, 2012

Ejército de reserva



No creas amigo, que en este país no hay ejército.
Hay soldados en todas los rincones de San José.

No te asustes amigo.

No son esos asquerosos policías amigo, las armas de este ejército no tiran balas.
Y las mayoría de ellos podrías ser vos, podría ser tu vecino.
Los policías tienen salarios de hambre, mal viven en casas de cemento,
y están en tus mismos barrios, y todos saben quienes son ellos.

Bueno pensándolo mejor, sí tienen armas,
pero estas armas, son armas que no controlan ellos mismos.
Estas armas las controla el mercado mundial de trabajo.

Imagina una gran fila de tristeza, de pansas vacías.
El hombre rico, ve este ejército vestido en harapos,
envía a la lucha armada de la piedra y el pegamento, y el frio de la calle,
a los experimentados viejos sin propiedad privada y manos desgastadas,
a luchar a la calle, a limpiar vidrios, a buscar en los basureros un poco de vida,
a recoger latas de tu fiesta de anoche, en las calles de San Pedro.

Muchos de estos soldados, cruzan las fronteras para intentar ser enviados
a la gran guerra de la recolección del café, que permite tener al menos
una gran botella de alcohol de farmacia para cenar, para compatir con los indios
del Panamá, que llegan hasta Dota, y duermen en estos grandes batallones
de las haciendas del cafetalero rico, todos juntos,
burlándose de las rencillas milenarias de la piel blancuzca.

¿Como se reclutan estos ejércitos?

Gran preguntan amigo.

Agarre una gran industrial, échelos a todos.
Envíale, en nuestro caso, malos precios del café,
saque algunas maquilas textileras y envíelas a China.
Contrátelos por unos meses, quíteles la dignidad,
trate que sus hijos crezcan en calles oscuros.
Aplíqueles la sedosa crema del humo negro del centro.

Espérate unos cuantos años amigo, aparecerán tirados en la calle.
Durmiendo en casa móviles de cartón, haciendo el amor en la zona roja.

¡Y vos amigo, los ves como si fueran unos simples vagabundos!

Los viejitos, los chapulines que roban tu cartera,
los que andan arrastrando la vida con la cara sucia
y una mano alzada pidiendo limosna.

Ellos son como vos, solo que sin trabajo.
¡Fuerza de trabajo latente!

El mercado se ríe de ellos, y te dice,
¿Querés este salario de mierda?
¿Querés vivir en la calle amigo?
¿Querés esta botella de tristeza amigo?

Y vos los ves con desprecio y asco, amigo....

¡Abrázalos con el amor de clase,
véalos como tristes desempleados sin casa!

 ¡Hagan crecer las calles, con ellos y los que pueden parar las industrias!

Cuando llega uno de ellos y te mete el puñal,
y llega un hombre y le mete treinta balazos,
te das cuenta que la tarea es dura.

Este doloroso camino, de sentirse hermanos mundiales...

Yo, de mi parte, no tengo otra salida más que aportar mi grano de humanidad.

¡Es increíble que estos ejércitos gigantes, no puedan contra un puñado de imbéciles!

En las crisis capitalistas se multiplican los policías,
pero también, este ejército de reserva crece
y se apuñan todos en los rincones de la familia y la calle del mundo.

Es un asunto fácil, vaya con algunos amigos al cuartel más cercano,
invite a algunos mal olientes soldados, a tus amigos del trabajo latente,
y explíqueles que estas armas no son para protegerte del drug dealer,
sino que son para que las fábricas de mercancías sean de todos los habitantes de la tierra.

Que difícil tarea, sacarles los países de las cabezas dirás...

Pero cuando ves en los barrios, colombianos y nicaragüenses,
te das cuenta que el hambre no es cosa nacional,
y enciendes el tele, y ves a los gringos y los españoles,
y ves bombas de fuego en pieles policial de los dioses griegos
es fácil ver que el ejército de reserva no es un asunto nacional.

Vos como comunista, lo sabés, y no te queda otra cosas,
que enviarte a la batalla humana, de unir los barrios en una sola clase.
Ya lo dijo un gran representante de nuestra humanidad:

"El revolucionario es, entre otras cosas, el hombre más útil de su época."

¡Y yo, no encuentro más útil que ver este ejército en harapos en nuestra clase!

martes, octubre 30, 2012

Teoría de la crisis


(también conocida como capitalismo en decadencia)

Ayer andaba por terrenos derretidos
disfrazado de un simple estudiante.
Me recibió una señora como pintada
en un cuadro de los ochenta.

Me dice, mae siéntese en esa silla y espere un trillón de años.

Picha.

Entonces me nacen raíces, penetran al suelo.
Disfrazado en un rostro que no me pertenece
empiezo a imaginar la teoría de la crisis.

Y llegan unos duendes a mi cabeza:
Llega Mandel y le manda Rosa (como compa mae).

Todo se confunde rarísimo.

Entonces, supuestamente, que
el capital global crece gracias
a que en la periferia de la época,
o sea, que la UFCO y todos esos gringos,
y que la oligarquía en el teatro de Paris
y un poco de mops todos mojados de por acá
por unos huequillos de de bala, esas tierras
había que meterle arina
para incorporarlos al mercado mundial.
Que, supuestamente,
ahí, mae, ahí, iba a crecer oro en los bancos.

Y Mandel saca el tema de las armas.
Sias perro, todo complicadísimo.

Y Wallmark, ese mae, ese mae esta asustado
de las profesías Mandelianas, se fue a meter
a unos bancos en una Isla de por allantas
escondidísima.

Pero estoy seguro que a Mandel
le dan terror las bombas atómicas.

Igual a mi, haga el siguiente experimento:
agarre un Bush x, y le da un interruptor.

Ya lo presionó.

Yo debajo del sueter con tres hombres pintados,
veo la luz podrida y un escritorio hablante
y un señor metido en un cuerpo de niño.
Le pido unos números escondidos
en libros como de las época del 1860 al 1992.

Para un mae nacido en el 82,
era como agarrar abuelos amarillos de bolsillo.

Y veo toda esa vara.
Veo lo que el compita de Wallmark vio
desde el último piso de un rascacielos
con un whisky y una puta fina.

Veo mercados capitalistas
por toda la galaxia pidiendo préstamos.

Entonces me acuerdo de la crítica del duende.
Y el fantasma de Rosa en aquellos ojos bellos.

Y todo continua complicadísimo...

sábado, octubre 27, 2012

La macha


Te extiendo un miembro similar a una mano
intentando tocarte las letras de tu pelo,
como si fueras un libro viejo,
como deseando un río de caídas de asfalto
en librerías oscuras para el malo fino.

En las esquinas de equipajes armados,
al son de la motocicleta con pinta uniformado,
corro por la existencia de una flor emancipada,
sin embargo, las balas mutilan fraternidades
de esquinas nocturnas, de vinos de mora y mota.

Cuando estas sentada en cubitos universitarios,
estas compuestas de parte de barrio,
de asaltos de carnicerías de vacas viejas
pero también muchos salen de casas gigantes
gritando improperios a las sirvientas.
Ello tendrán trajes enteros para  la compañía piñera.
Véalo como un potencial escritorio de un banco,
como la imagen de dominación circulando por la cabeza
de la esclava que trae el café  y le dice "si señor"
con los pétalos rojos cerrados y la frente ceñida
y la imagen difusa de una telenovela pasa por su cabeza
en donde el pobre comete homicidio.

Entonces, sabiendo que la luz con lluvia germina
 y que los techos herméticos de agua
que se refleja en sus ojos,
en el dash de klms en números brillantes,
vos desde la acera, desde el frizz del semáforo,
los ves tan aburridos como un Platón de billetes
te vas escabullendo por los rincones de la ciudad
y hablas de ellos todo el tiempo con gente linda.

Las ruedas egoístas de un solo pasajero
se desplazan lentamente
y a vos,
te visitan en la comodidad de odios claros
lúcidos,
las formas de leer mercancías y salarios,
lo ves como un feto indefinido,
sin sexo, ni patria
tus amigos de la clase proletaria
se amontonan en las paradas de buses,
y vos vas ahí besando cualidades
durmiéndote borracha en el bus de las seis.

Vos vas con un aparato metálico de mano, precario,
que te salva de las lágrimas del cielo,
te salva el copete televisivo,
sostenido con gel de mono loco,
perdiste la sensibilidad del poliester,
de los pies secos,
pero le das gracias a la sombrilla
por al menos besar tu mejilla
desgastada por el ácido gris de esponjas urbanas
que caen desde la tristeza de la lluvia ácida.

Y llegas a la oficina pegajosa
de sudorosos folders amarillos,
y te das cuentas que eres drogadicta.

Adicta a escuchar palabras vivas.

Mientras estás insertando gasolina negra a tu cuerpo,
se consumen marcas entrelazadas con grafito en hojas blancas,
en horas laborales, mientras gastas carne,
y partículas de azúcar, gastas lo equivalente
a un animal sin títulos de propiedad viéndose las manos,
sabiendo que en Desampa las tristezas se desplazan en buses viejos
al igual que en tu playa, y tu mar.

Pero no te puedes definir como un espacio sufrido en una esquina de la luna.
Tenés un ingrediente secreto,
la forma peculiar que fuiste oprimida,
en como consumes el azul de tu alma,
día a día, en noches largas como una espina en tu pie caminante, que sangra,
esperando la bala vista desde el mirador del sniffer gringo,
de los cuarteles del odio electrónico,
en la forma en que tu salario se deposita
en el banco del capital financiero, sin países, ni democracias burguesas,
y los hombres hambrientos de energías ajenas,
de tu salario violado por un número en la nube,
por un simple dato abstracto,
que tiene consecuencias directas en tu tacto de hambre,
y la forma concreta en que veo
esta mercancía circulando por velos del trabajo no productivo
para llegar a tu casa
en la forma de una simple cerveza barrata
como si este alcohol no es la sangre del campo,
como si no cerrara las tuercas
del engranaje del ciclo de la producción capitalista
como si el burgués no sacara el revolver bajo la mesa
cuando desembolsa una cristalización de tristeza
que no alcanza para nada más que para el olvido
en el supermercado.

Entonces veo multitudes que cae en las ondulaciones de tu pelo
que dejan un espacio agresivamente diminuto
para los discursos desgastados
por peleas viejas e innecesarias
de amores extraviados de clase
que te dejan en un estado
lindo para discutir
para tomarte mezclada en mi boca palabra
agregando algunos insultos colectivos,
construidos en una dinámica sana,
por viejos hombrecillos marxistas
que trabajan en los cerebros humanos.

Y los whiskys finos y los carros pichudos,
y los fajos regordos que echan eructos a chorizo,
vos tirada debajo de la cama,
viéndolo todo, saboriándolos en el reflejo del niño rico
niños asqueados de aparatos electrónicos y tenis especuladas
sientes cuando abres el tanque del inodoro esta idea,
y ves esos grupos de deliciosos billetes verdes,
ves, puro trabajo humano robado,
concentraciones de movimientos repetitivos de la humanidad.
Hay un grupo pequeño de ellos
apretados como nubes de laboratorio,
para no dejar salir ni una partícula de grasa transgénica,
que te jalan los pies mientras duermes,
que escuchan desde las paredes
como si fueran micrófonos de la CIA
y seguís escribiendo, y seguís rompiendo las paredes
con pedazos de tinta que salen desde un spray rojo.

Después me asomo al parque del barrio, y estos niños sucios,
y estos hombres sin trabajo chupando bancas,
los perros esquiroles con moja los patean,
como si no fuera parte de la gran masa martillada por horarios y penas,
y veo amor por todas las esquinas,
amor con hambre,
y veo balas en las casas de las guías y cuadros,
y veo aquel amarillo de tu cabeza que camina por estas rutas
con una bandera roja en el alma, y un puño de mujer apretando viejas estructuras machistas.

A veces tengo la sensación que no estamos reproduciendo como cucarachas.

Sin embargo,
la furia está secuestra por los bunkers
y las pandillas que roban vidas simples
para hacer un altar de drogas inútiles
para tener algo que comer desde las grutas de la cárcel
mientras en el cielo de la Escazú rica
en los grandes espacios de la renta burguesa
se acumulan vidas ilegales en las construcción
de los sueños imposibles.
Son varios pisos de cemento duro,
de espacios visitados por la compañía de limpieza
o por los simples insultos desde los vitrales de las tiendas del mall
y la necesidad de la existencia de una mercancía pomposa
para escupirsela a la vista del amigo, para verla por rejas y muros
que esconden descomunales piscinas, grupos de masajistas, y guaro fino,
y verle esos ojos de vidrio, porque no tienen ojos humanos,
carroñero de carnes tiradas a la calle,
como si fueran muertes civiles,
pero destrozadas en el cuartel,
y cae al fondo del pozo clandestino
los cuerpos cansados de amarte,
amontonados encima uno a uno,
y en las camisas se salen las cartas
y en la vida postergada hay gente sentada
escuchando estas palabras ausenten de vida.

En esta lucha, prefiero tocarte en estas ideas que saco de tu cabeza.
De esta forma de querer revolucionar mis verdades
desde la hermosura de las palabras de tu boca y tus labios.
Estas irreverente, escupiendo patrullas,
sacando cada parte molesta del mundo
con balas desde tu propia insurrección armada.
Desde una serie de argumentos,
no sentamos a escuchar los nuevos retoños
que nacen en las ideas de nuestras discusiones.

La Flor más Roja del socialismo está viva.
El esplendido pelo amarillo,
tu cuerpo, tirado ahí,
al frente, como si fueras una macha, no me engaña.
Rosa está ahí.
Kollontái, Ana María, Vilma,
aquella alemana, la salvadoreña están ahí,
escondidas tras las ramas de tu belleza.

A mi no me engañas.

domingo, octubre 21, 2012

Siendo positivo


El árbol sin raíces,
se decide a cruzar un rio de Octubre de 1917.

Quitándose la piel antes de clavar
el primer ramaje en el caudal,
se acuerda del oficial
que quemó con un cigarro
a su madre arrodillada
sobre sus brazos mutilados.

Era trabajadora de la erosión.

Se quitaba monos del pelo
mientras oraba a la Virgen de los Ángeles.

Sus señales de humo llegaron a toda la galaxia.

El pescado curioso fue el primer testigo.
Se puso la crema barata para salir al mundo,
agarró la bomba de mano, y le dio
diez mil abrazos al árbol,
y caminaban juntos
siguiendo el rastro de la fruta leprosa.
(Managua, Santiago, la Habana, San José, etc)

Después de doblar doscientas esquinas herrumbradas,
se toparon a la suerte sentada
en un café con azúcar quemado.

Totalmente rechinado, asqueroso.

Llevaban sus consignas a las cancheras.
Que la justa repartición de gusanos,
que donde están las sardinas extraviadas,
cosas propias de barrios con puertas metálicas.

Entonces empezó la matanza.

Trajeron grandes elefantes hambrientos,
cosían tristezas a sus hijos
que enchilaban las manos
de los viejos jubilados.

Los cerdos con sus cigarros indígenas,
y guaro de amigos escondidos en cárceles
con rejas imaginarias.

Sus cerebros lloraban estrofas de música fina.

Pero, en la zona en donde los espejos no se cambian por oro,
estaban planeando la rebelión armada.

Agarraron libros recién nacidos
arrancaron sus páginas
y tiraban verdades a las calles.
Aparecieron palabras bien escritas,
asomándose como cartagos
por las ventanas humanas
de la consciencia.

El árbol era el nuevo hombre.
La colectividad coherente
de un rio sin piedras de plástico.

Su partido tenia las sillas de los cuadros
totalmente vacías de hombres solos.

En las patas de madera,
lloraban los especuladores
del capital financiero.

Diminutos como el suspiro de una niña rica.

Entonces, se quitaron las camisas
verdes de un “mal gobierno”
y se decidieron encontrar en la justicia
de un hombre con músculo y cerebro
lleno de alcohol barato, por ahora,
intentando dejar a los amigos sentados
en sillas voladoras,
hablándose con el teléfono del alma
planeando sonrisas que no existen.
[en la belleza de la muerte de la PP]

Entonces los partidos salieron a la luna a tomar el sol.

Y los seres humanos se sentaron a escuchar música
echa con dedos de carne totalmente fresca.

Y cada quien hacía su aporte estético.
Y por las tardes a crear valor humano.
Y después a pescar la vida
en un río de pensamientos.
Y en la mañana, a llorar tu silla imaginaria.
Y en la tarde a tirarme a la crítica de una flor furiosa.
Y en la noche,
en la noche a tener sueños transversales.

Así es como logro dibujarte siendo positivo.

También está la opción de la bomba atómica del capital.

sábado, octubre 13, 2012

Algunas tesis sobre ti

Estas con todas tus partes completas lejos de aquí.

Yo, a diferencia, me ando regando en calles.
(primera tesis)

Dejándome escurrir por la lluvia,
circulando por los caños entre sustancias
que me atrapan, circulo como cañería subterránea,
entre desechos de otros seres humanos.

Dejo piel, células que explotan y caen en la banca.

Esparcido en la música de cumbia del bar de ayer.
En la parte de arriba de varios vasos y botellas.

Ando por ahí dejándome caer en momentos colectivos.
Solo entre miles de nuestra especie.

Solo, en el sentido articulador de una colectividad.
(segunda tesis)

A ver si me explico,
cuando pienso en la idea del suicidio,
tengo que consultarlo con todas las partes
que componen mi cuerpo:
un obrero de fábrica,
un oficinista deprimido,
la viejita de las verduras
(que se esconde de la policía municipal)
el profesor de filosofía,
mi madre, mi padre,
los amigos de tragos.

(Esta parte la aprendí de Marcial
en una cárcel del Salvador)

Tendré que consultarlo con todos,
con todas las partes de mi cuerpo.

¿Acaso puedo ser solo yo?
¿Acaso puedo morir
como se muere una herida al sanar?

¿Acaso puede ser el miembro amputado del cuerpo?

Ciertamente si, siempre y cuando sea un burgués,
sea el arte por el arte,
un sentido de estética místico,
sea el programa de tele,
la escuela,
un edificio gris lleno de burócratas.

Hasta mi soledad es revolucionaria.

Me autoanalizo en este sectarismo reaccionario.
(tesis tres)

Viéndome a mi mismo como una especie de llama
perdida, en un bosque demasiado húmedo.

El internacionalismo es una pintura abstracta.

Esta secuestrado en una palabra que existe
en boca de un grupo de intelectuales.
Un puñado de estudiantes, y sobrevivientes
de luchas pasadas con héroes europeos
pintados en sus pechos.

Cuando pienso en vos pienso en sociedades futuras.
(cuarta tesis)

Pienso por ejemplo, en un día de lluvia en
ideas frescas que salen de un café.
Pienso en torrentes de discusiones fraternales sin balas.
Pienso en vos, no como cuerpo de mujer,
sino como ser humano, metido en cuerpo de mujer.

Pero en mi sectarismo, también te imagino metida en una lata.
(quinta tesis)

Herméticamente cubierta con una coraza metálica.
Concentrada en ingrediente, en sustancias que te conservan.
Artificial en tu color, dañina para la salud
cuando andas golpeada por la vida.

Llegas a mi plato, y te deseo comer.
Y te como sabiendo que me matas.
Y no le consulto en nada a mi cuerpo.

Ando escapando de ellos que me siguen el paso.
(mis amigos, mi pueblo)

Acá estoy,
recordándote como una serie de tesis fracasadas.

miércoles, octubre 10, 2012

Callejera


Ciudad con pieles negras,
seccionada, partida en mil.

Te crecen las matas,
cuando vas por la montaña.

Cuando estás bella
eres de zapatos y pintas.

Cuando estás mal,
cuando las cadenas
y las botas policial,
los carros negros...

Cuando estás mal,
te quiero más.

No porque me mates a pocos.
Porque me maltrates con macanas,
no por eso.

Te quiero más porque me empujas a querete.

lunes, octubre 08, 2012

Contradicciones


Contradicción primera: negarla y mencionarla a la vez.
(poesía que no incorpora nada a la lucha de clases)

Segunda contradicción: asumir el pensamiento cíclico.
(ej: pensar casa pequeña con cara preciosa,
decir un millón de mentiras por la noche
y despertar besándote el cuello, etc etc etc)

La vieja lucha del pensamiento crítico (Marx)
y la vida cotidiana (aparato electoral, la familia, etc).

Pues,
no encuentro sentido alguno de las obras de "arte"
si las élites intelectuales no tocan madera
y dan mano de los del trabajo productivo.
(y sus ideas radicales)

Esto no significa, que cuando suenas los balazos,
no te tenga pintada en murales internos
que acompañan los caminos interminables de mi cabeza.
Te veo metida en la montañas Quiché
tocando un poco nuestra propia sangre extraviada
feliz de experiencias nuevas, vitalizantes.

Un amigo me dijo un día, cubrámonos de noche,
registremos sus patrullas y caminos en un cuaderno,
pintemos la Fuente de la Hispanidad
con colores para nuestros amigos de las seis,
y yo lo hice por ellos y por vos
aunque no lo creas.

Y no te conocía.

Estabas ahí, conmigo, yo detrás de rejas
y vos tirando gasolina a monstruos verdes
luchando por un amor individual y colectivo.

Tercera contradicción: chequear el folder prohibido varias veces al día,
y decir que no te busco en bares.
(cómodo como un burgués, luz tenue, tu mano imaginaria ausente, 
cartas no recibidas y no enviadas, no estás, no existes, 
te fuiste a haces meses y vuelves otra vez con mentiras)

Desmoralizado. Odio fugaz. Reconciliación Interna. Trago de guaro. Intento de lectura histórica.

Nueva lectura: Siempre estarás presente en mis pinturas callejeras,
en mis gritos que amanecen pintados desde los vidrios de los buses
y sorprende a muchos, en especial a los tombos y arrendatarios.

Todas son Rosas, Abriles, Tamaras, o el nombre de un árbol. Esto confunde a la gente.
La hace ver somo si fuera poesía, no saben que es solo un nombre, metido un cuerpo pequeño.
Un cuerpo poético, que mueve estrofas en paredes de San Pedro, en asientos de buses, en casas.

Estás ahí, aunque tu nombre cambie, aunque estes lejos.
No me creo un árbol, más bien soy una especie de raiz,
sin tronco, ni salida al sol, que se expande en multiples direcciones.

Estás ahí metida, en una coyuntura fuerte, que modifico una extensión del camino,
cambio el curso de la vida, la llevas ahora por nuevas formas.

No te veo como cuatro esquinas, dos calles.
Te veo más bien, como encuentro de furias,
abrazos nocturnos, manos pequeñas apretadas.
Un pequeño gesto con la boca que dice mil palabras.

Ese tipo de coyuntura.

Son mis contradicciones, mis enfrentamientos, mis luchas.
Los viejos demonios que merodean como moscas.
Yo los alejo con un gesto, con un soplo de viento.
Con la conciencia escrita con lapicero en la mano.
Tocándome como un dedo necio en el pecho.
Hasta que finalmente, cambie la moral.

Entonces, si estás ahí.
Es decir si estás, escrita en mis documentos.
Pero si estás. Pero no estás.
No te puedo oler.
Última contradicción.

lunes, septiembre 24, 2012

Apuntes sobre el futuro


Entonces, resulta que,
después de varios años de estudio,
me doy cuenta que el marxismo
no sabe mucho sobre el futuro.

Y yo de niño, veía a estos barbudos
como mágicos profetas,
dioses, personajes voladores
profundamente humanos.
(como el multi-resurrecto Goku)

Un esplendido movimiento
de la genialidad individual.

Pues no. Desgraciadamente no.
Ahora, nosotros los tristes
espectadores de esta horrenda
realidad, tendremos esta triple tarea.

Darnos cuenta primero,
que sus estructuras óseas
están dentro de nosotros.

Y que algunos de ellos,
los nuevos caciques,
son resúmenes de barrios,
celdas y universidades.

Y que el futuro es una palabra
violada, que imposibilidad
la organización armada.

domingo, septiembre 23, 2012

Cuota anual de ti


[sin tener en consideración
el crédito dentro de los cálculos.]

Ahora que ando sin piel visible,
logro consumar el sonido colorido,
de la tristeza melancólica de un olor
ausente.

Estás detenida en el tiempo.
Solamente eres dinámica en recuerdos
conjuntos, ayer:
movimiento real, hoy:
recuerdo visual de ti,
en una imagen digital,
con un corazón sangrante
en mi mano, con mente poderosa
detrás de ti.

Esta carne roja, en donde
circula el agua salina
de mi cabeza,
camina largos caminos.
Realiza un número x
de rotaciones al año.

Una cuota de trabajo humano
que valoriza mi decadencia.

Tengo una cuota anual de plusvalía,
que destruye mi propio sistema,
lo desgasta hasta la muerte,
hasta destruir partes,
y renovarme enteramente.

Tengo partes que se destruyen continuamente.
Tengo otras que nutren mis espíritu.
Y otra, otras, que desaparecen.

En las que no estás,
nos sentamos todos a tomar el café,
mirando las estructuras que ahora
carecen de sentido.

Veo tu sonrisa y tu cara,
en altares, en congregaciones.
Adoramos ahora una simple estatuilla.

No tengo la carne de tus labios cerca.
No tengo tu odio, no tengo tu crítica.

Así soy sin ti.
La insurrección de un pueblo
traicionada por la codicia.

miércoles, septiembre 12, 2012

La venganza de los bosques


Fría ciudad duerme en mi soledad.
El jardín está a reventar.

En la mañanas repetidas,
no veo la conspiración
de los bosques.

Pero con una perspectiva amplia
o bien, una colección de fotos
temporales sobre los mismos lugares,
veo como vas rebasando las aceras.

Las verjas de las casas
son violadas diariamente
por tus amapolas.

Bosque furioso, destruyes,
lentamente,
en nombre de los masacrados,
las entrañas estúpidas
del centro-ciudad.

Pero te ves glorioso árbol gigante.
Pareces un cono gigante con pecas.

En el fondo tus amigos corren
por la alameda, con un verde
glorioso que oculta estas
horribles pieles grises.

Ni los sudores permanentes
de máquinas egoístas,
de un solo pasajero,
ni los pies del obrero,
nada, absorbes todo y
creces increíblemente
en estas condiciones.

Nos abrazas con amor,
destruyes estas cárceles
donde consumimos nuestras vidas.

Seguí creciendo en la oscuridad,
engañando a los ricos,
y dándonos sombra.

Seguí, por favor destruyendo edificios y rejas.