ayer comí de la mano del sol,
viendo llorar rosas en San José.
Corrí, corrí, en pesadilla vivible,
entre la gente dormida.
Estaba atada a mi mano,
pequeña figura triste.
Me insultates con dardos de rana roja.
Yo ví en el infinito de tus ojos,
las lagrimas agustiadas.
Entiendo poco del hombre,
entiendo que se enreda
en días duplicados.
Que no entiende porque
el trillo existe.
Lo que queda es verte
como yo enredado.
Como mujer solapada en mi alma
queriendo vivir el mundo
que quema el camino
del hombre nuevo.
El escritorio de sueños truncados
camina hacia afuera
camina porque o camina
o explota de rabia.
O explota el corazón triste.
Que quiere verse con ella.
Con la flecha rabiosa
que mata y ama.
Que odia el hambre,
que odia hacer el trabajo sin sal.
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