El árbol sin raíces,
se decide a cruzar un rio de Octubre de 1917.
Quitándose la piel antes de clavar
el primer ramaje en el caudal,
se acuerda del oficial
que quemó con un cigarro
a su madre arrodillada
sobre sus brazos mutilados.
Era trabajadora de la erosión.
Se quitaba monos del pelo
mientras oraba a la Virgen de los Ángeles.
Sus señales de humo llegaron a toda la galaxia.
El pescado curioso fue el primer testigo.
Se puso la crema barata para salir al mundo,
agarró la bomba de mano, y le dio
diez mil abrazos al árbol,
y caminaban juntos
siguiendo el rastro de la fruta leprosa.
(Managua, Santiago, la Habana, San José, etc)
Después de doblar doscientas esquinas herrumbradas,
se toparon a la suerte sentada
en un café con azúcar quemado.
Totalmente rechinado, asqueroso.
Llevaban sus consignas a las cancheras.
Que la justa repartición de gusanos,
que donde están las sardinas extraviadas,
cosas propias de barrios con puertas metálicas.
Entonces empezó la matanza.
Trajeron grandes elefantes hambrientos,
cosían tristezas a sus hijos
que enchilaban las manos
de los viejos jubilados.
Los cerdos con sus cigarros indígenas,
y guaro de amigos escondidos en cárceles
con rejas imaginarias.
Sus cerebros lloraban estrofas de música fina.
Pero, en la zona en donde los espejos no se cambian por oro,
estaban planeando la rebelión armada.
Agarraron libros recién nacidos
arrancaron sus páginas
y tiraban verdades a las calles.
Aparecieron palabras bien escritas,
asomándose como cartagos
por las ventanas humanas
de la consciencia.
El árbol era el nuevo hombre.
La colectividad coherente
de un rio sin piedras de plástico.
Su partido tenia las sillas de los cuadros
totalmente vacías de hombres solos.
En las patas de madera,
lloraban los especuladores
del capital financiero.
Diminutos como el suspiro de una niña rica.
Entonces, se quitaron las camisas
verdes de un “mal gobierno”
y se decidieron encontrar en la justicia
de un hombre con músculo y cerebro
lleno de alcohol barato, por ahora,
intentando dejar a los amigos sentados
en sillas voladoras,
hablándose con el teléfono del alma
planeando sonrisas que no existen.
[en la belleza de la muerte de la PP]
Entonces los partidos salieron a la luna a tomar el sol.
Y los seres humanos se sentaron a escuchar música
echa con dedos de carne totalmente fresca.
Y cada quien hacía su aporte estético.
Y por las tardes a crear valor humano.
Y después a pescar la vida
en un río de pensamientos.
Y en la mañana, a llorar tu silla imaginaria.
Y en la tarde a tirarme a la crítica de una flor furiosa.
Y en la noche,
en la noche a tener sueños transversales.
Así es como logro dibujarte siendo positivo.
También está la opción de la bomba atómica del capital.
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