estaba sentado viendo el espacio vacío del pensamiento perdido,
de un alma simple, inocente de asuntos primitivos,
cuando el olor de la brisa contaminada,
de esa grandeza peculiar de dos almas perdidas,
que navegando en las cantinas,
se ven los ojos en idiomas preciosos,
que se tocan, a la vez que un indio llora,
en el recuerdo perdido,
en la memoria precarias de libros ausentes,
de esas noches largas de insomnio,
esa pena milenaria de palabras escritas
en pieles de hombres.
Amor, estas ahí esperando en un sentimiento falso.
Somos sobrevivientes de la necesidad de vivir.
Llegamos tarde, estamos a punto de explotar el mundo.
Estaba viendo esa mirada sincera del poeta,
angustiado de sentir la carne brotando,
de ver como esos ancestro nacen en la memoria,
en como explico el peregrinaje de pueblos huérfanos,
acostumbrandos a llorar cada día.
Amor, te veo en esas carne sincera,
te veo reproducida en miles de años tristes.
Hablas sintiendo la sangre sufrir,
llorando, de pasiones humanas auténticas.
Agarrate del fenómeno del niño,
del clima loco inevitable,
para llorar en los campos,
para hacer crecer la furia.
Dame un flor envenenada de vida,
que me mate mi parte fea,
mi parte abstracta, enajenada.
Quiero canalizar la rabia amor,
quiero vivir con mis fuerzas.
Cuando te enfrentas con el frío,
no tenes opciones.
Lucho porque tengo que luchar,
porque tengo que dormir para mañana.
Para verme impulsado por un amor inevitable.
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