Un Discurso muy Idealista

Critica a artículo “Hay que buscarle salida a la indefinición” de Gerardo A. González Esquivel, Presidente de la Asamblea Legislativa, publicado en Semanario Universidad.

Pablo A. Quirós Solís

Se presenta un problema, y una solución, al estilo de Gerardo A. González Esquivel. Inquietud suscitada por la impotencia de tramitar el TLC con los Estados Unidos. El problema radica en que nuestra Carta Magna no dice explícitamente quién debe de mandar el TLC (o en general tratados internacionales) a la Asamblea Legislativa.

Ante esta impotencia don Gerardo utiliza métodos oscuros, como el mismo menciona “Ese convencimiento me ha llevado a impulsar múltiples iniciativas, muchas de ellas privadamente,..”, porque el está ciegamente convencido de las bondades que los Estados Unidos han tenido hacia nuestra América Latina, dice “Estoy convencido de las bondades del TLC con los Estados Unidos...”, y además piensa en este tratado como un simple “trámite”, como quien dice, “un papeleo más”, en su paso por la Asamblea.

Más inquietante aun es que considera que miles de costarricenses piensa como el, ya que en “reconocidas encuestas” se demostró esta tendencia.

Además, don Gerardo, afirma que en todo el país, como el mismo lo dice “en la academia, centros de trabajo, hogares y hasta centros de diversión” se habla y se discute sobre el TLC, como si se tratase de un partido de la Liga – Saprissa.

Nos habla de indefinición, a las trabas que a presentado el llamado “trámite” del TLC por la Asamblea Legislativa, por los huecos, normales en una Carta Magna, que presenta ambigüedades difíciles de resolver (a no ser que tenga algún amigo magistrado, verdad don Oscar).

Tenemos que recordar aquel “zafarrancho” de 1 de mayo pasado para ver la procedencia del susodicho Presidente de la Asamblea, y tomar conciencia el porque tanta desesperación que existe sobre el tema del TLC en el plenario. Don Gerardo, como presidente electo aquel 1 de mayo, tiene atribuciones y deberes que cumplir como presidente (ver artículo 27 del reglamento de la Asamblea “Atribuciones y deberes”) y estas atribuciones y deberes le dan un cierto poder en el proceso de discusión. Estos son algunos de ellos que vale la pena mencionar:

• Dirigir la discusión de acuerdo a este reglamento.
• Indicar a la Asamblea el punto o los puntos sobre los cuales deba recaer la votación.
• Llamar al orden al diputado que, al usar la palabra, no se concrete al tema objeto de discusión, se desvíe de él, haga alusiones injuriosas a un compañero, a los Miembros de los Supremos Poderes o a personas extrañas; a al que, de cualquier modo, falte al debido respeto a la Asamblea. Si el diputado insiste en su conducta irregular, le suspenderá inmediatamente el uso de la palabra.

El moderador de toda discusión, en el mejor de los casos, debería de ser un personaje neutral. Esta persona debería de poder distinguir cuando, y cuando no, el tema de discusión se sale de la línea. Debería, imparcialmente poder establecer los puntos sobre los cuáles deba recaer la votación. El problema cae cuando este moderador tiene una línea totalmente definida (y cree ciegamente en ella), o bien que no sea realmente honesto y objetivo.

El señor Gerardo González, ya nos indicó, de su propia boca, cuanto le importa la honestidad : “Ese convencimiento me ha llevado a impulsar múltiples iniciativas, muchas de ellas privadamente,..”, donde dice descaradamente que haría cualquier cosa por pasar este tratado a la Asamblea, mediante “iniciativas hechas privadamente”, o sea como quien dice “a la espalda de todos”.

Pero esta no es su única prueba de “honestidad”. Por el azar de la vida, o más que azar, suerte de la vida, me encontraba de paseo por la playa de esterillos y tuve la “dicha” de toparme con el señor Presidente de la Asamblea, acompañado con el carro de todos los costarricense, un Nissan Pathfinder, placa 558986, que según registro nacional el propietario es la Asamblea Legislativa (cedula jurídica 2200042153). Solo tuve chance de apuntar por mera “curiosidad” el número de placa, ya que me resultó sospechosa aquella escena. Don Gerardo González, se hospedaba en un hotel llamado “la Sirena”, donde, por mero azar, insisto, reside un asesor de la asamblea, y que por mera casualidad es candidato a una diputación por el PUSC. Cosas de la vida.

Estas sospechosas intenciones de don Gerardo nos pueden explicar muchos de sus absurdos razonamientos, los citaré a continuación:

“Estoy convencido de las bondades del TLC con los Estados Unidos”

Según la Real Academia, tenemos como definición de bondad a la “natural inclinación a hacer el bien”, por lo que podríamos traducir la frase citada por don Gerardo como “Estoy convencido de la inclinación natural a hacer el bien del TLC con los Estados Unidos”. Se califica como inclinación a hacer el bien en el tratado, tanto de la parte tica como la parte gringa. Pensemos un poco en la historia de nuestra América Latina con respecto a las “bondades” de los Estados Unidos.

· Participación en el golpe de estado a Salvador Allende, electo por el pueblo democráticamente, asesinado en la “Palacio de la Moneda”.

· Escuela de las América (luego adquiere un nombre más eufemista), que adiestró a salvajes militares en América Latina (como por ejemplo los famosos “comandos de la muerte”). Tenemos algunos “famosos” egresados de esta escuela (Anastasio Somoza, Banzer, D’Aubuisson, Noriega, Ríos Mont, Vitola, Galtieri, Vladimiro Montesinos, Contreras, y muchos otros).

· Apoyo militar a la contra nicaragüense (la cual sigue matando con minas en nuestra frontera norte).

· Etc.

Como podemos ver, los Estado Unidos siempre a tenido esa tendencia “bondadosa” hacia nuestros pueblos latinoamericanos, por lo que en este tratado no es la excepción. Ironía. ¿Bondades para quienes? Para aumentar el antagonismo social favoreciendo a los ricos, y dando trabajo precario a los trabajadores (si quieren pruebas empíricas revisen el tratado con México y sus consecuencias sociales: se duplicó la emigración a Estados Unidos, aumentó la inversión, pero misteriosamente aumentó el desempleo, ¿curioso no?).

“Desde hace meses, en todo el territorio nacional, en la academia, centros de trabajo, hogares y hasta centro de diversión, se habla y se discute sobre el TLC”

Cuando se dice discutir se dice examinar atenta y particularmente una materia. Entre más trivial sea la materia más fácil es de discutir, y entre más compleja más difícil. ¿Cómo considera usted, don Gerardo, el TLC, trivial o complejo?

Veamos lo que dicen las casas encuestadoras, de las que usted tanto confía. Según el presidente de la encuestadora Borge y Asociados, Vistor Borge, se encuentra resultados interesantes acerca del TLC, diferencias abrumadoras sobre el desconocimiento del TLC, por el hecho de no ser trivial. “Uno de los problemas con el tema del TLC es que la gente no lo conoce. En las encuestas, cuando se le pregunta a la gente que si sabe sobre el TLC dice que sí, pero cuando se les pide que expliquen de que se trata, no pueden hacerlo”, dice Borges.

Este falso sentimiento de conocimiento radica en el amarillento boom de los medios de comunicación masiva, que se caracterizan por vender ideas idealistas, sin argumentos concretos, basados en la política del miedo, y del conocimiento con el desconocimiento. “Si no aprueban el TLC, nos quedamos sin trabajo” ¿Por qué? “El TLC es bueno para todos” ¿Por qué?. Entonces la gente sabe que existe el TLC, pero las ideas que nos venden no tienen un fondo, un fundamento, lo hacen parecer muy simple de entender, muy trivializado. El TLC no es trivial, y por ende tiene que llevarse a discusiones más serias, que garanticen que el pueblo lo conoce y lo entiende, y así poder crear opinión nacida del pueblo y no impuesta por los medios. ¿Por qué hubo tanta movilización con el Combo? Porque el asunto del Combo era fácil de digerir lo cual no creo un ambiente de incertidumbre como el que se vive ahora, o más bien el que vive la persona sin criterio propio, basado en argumento sin bases.

Creer que miles de costarricenses quieren el TLC, así como usted, ya porque salen en “reconocidas encuestas de opinión”

Como antes mencionamos, de que sirve pensar que miles costarricenses quieren algo que no puede explicar, como si fueran un impulso, un sentimiento. El querer el TLC, tiene que ir de la mano de la pregunta ¿por qué?, un acto de voluntad, y no del ¿por qué no?, que nos lleva a decisiones impulsivas, sin fundamento.

Además cuestionemos los métodos utilizados para realizar las encuesta, como nos dice Tony García Pérez, co-productor de radio Columbia, “ellos son los que escriben sin darme garantía que lo que contesté es lo que realmente escribieron; y en un cuestionario con letra pequeña y con ese mecanismo, no se le puede llamar jamás de carácter científico, es más, afirmo que es un verdadero montaje vulgar y manipulador...”, este repudio manifestado por él radica en las encuestas directas, “al aire”, que demuestran resultado muy diferentes a lo que las encuestas escritas dicen.

Si las encuestas funcionaran y demostraran, con seriedad un posición neutral, tal vez estas no crearían confusión en la opinión pública, y resultados, en algunos casos, contradictorios. En el articulo “Encuestas crean confusión en opinión publica”, escrito por Javier Córdoba Morales, y Jeymer Gamboa Gamboa, no dan un ejemplo muy concreto de elementos contradictorios, según una encuesta realizada por la Escuela de Matemáticas de la UCR 69,8% de los costarricenses desean un referéndum para aprobar o rechazar el TLC, y según Unimer 76% desean que se debe de enviar a la Asamblea para su aprobación.

Las encuestas puede ser interpretadas de muchas maneras, según Giovanni Sartori, el solo hecho de poner una pregunta antes de la otra, y viceversa provoca resultados muy desconcertantes. Por lo que tenemos que ser escépticos ante estos medios, más aun, cuando se sabe la “línea”, “tendencia”, o “ideología” a la cual pertenecen, y las interpretaciones a las cuales están sujetos estos resultados.

Por estas razones me asusta escuchar discursos de esta índole, que hablan descaradamente hacia la ciudadanía, con argumentos sin bases, pero que suenan muy bonitos. Me asusta que las personas tomemos decisiones transcendentales para nuestro país, nuestros hijos, nietos, por medio del régimen del terror. Las mejores decisiones se toman basadas en la historia, con bases fuertes, no con fraseologías idealistas sin fondo ni forma, acompañadas de escenas sentimentales que mueven nuestros impulsos básicos.