(sentado en la selva plástica)
Las hojas secas se amontonan al borde
del río de caca para suicidarse.
El río llega al mar, pero llega
lleno de cadáveres putrefactos.
En la montaña sus ancestros de
bosques vírgenes reciben sus hermanos
que se transmiten a los humanos como
agua viva.
Yo tengo hojas secas en mi alma,
yo vivo en la selva de cemento,
entre grutas de piedreros tristes.
San José y sus bosques lloran ácidos,
esconden ríos bajos puentes o
techos de casa sobrantes, ahí se
suicidan gente angustiada de sellos.
Mi cuidad no envidia París, mi
cuidad está a punto con el olor del metro
de New York, mi ciudad está
construida sobre cafetales preciosos.
Mi ciudad llora también, el mundo por sus venas.
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